Zaïra Vieytes - Textos

Materia y memoria

Si la pintura es, según la célebre expresión « cosa mental », para Zaïre Vieytes es sobre todo « cosa emocional », exploratión que dice la sensualidad de la relación al mundo.
No se trata de contar o de librarnos un lensaje se trata de dar a ver, a tocar, sentir lo mas cerca del cuerpo de la emociónes, del cuerpo sensible y senestésico.
Nada es abstracto y geométrico, todo es fuerza y expreción vital, vibrante mareria y exhuberancia en un festin de formas « primitivas », de colores y de superficies generosas donde se mezclan pinturas, arenas, cemento y pigmentos. « Estamos cuerpo a cuerpo, estamos tierra a tierra » decia Eluard, es el mundo y la existencia en lo que tienen de mas encarnado, de mas terreno, aquello que presente Zaïra, la vida a flor de piel, la que recibimos con el encantamiento de los placeres procurados por los cinco sentidos.
Miren esos voluptuosos banquetes, esas ánforas pesadas y plenas, esos frutos que rebozan de deseo y de sol esas arquitecturas ocres inundadas de cálida luz, esos caballos enjaezados como en la guerra o bailando y girando como en una calesita : la belleza es volcaniva, iluminatión sensitiva a imágen de la vida que sólo vale en el exceso de las emocióes, en la ebriedad de los colores interióres y exteriores, logrando asi dar un relieve intenso al passo de los dias.
Si duda el espirítu no es la materia. No obstante aun los sueños se encarnan, fuentes de sensaciones y placeres. Zaïra nos libra des espresor del tiempo a través de vestigos arqueológicos, de heullas de un pasado imaginario, actuando como tantas de las escenas de placeres más voluptouosos, más sunuosas, aún más deseables que aqueellas aoreciadas por el universo incorpóreo de los mass-media.
Resucitar culturas sepultadas, recomponer escenas pompeyanas, unir tradiciónes indias con formas heredadas del clascisismo grecorromano, haciendo un guiño a las maestros del Quattrocento : la hipermodernirad no alcanzo a arruinar ni la memoria poética, ni la esfevescencia de la imaginación creadora, ni la nostalgia de otros tiempos soñados como mas amenos o poéticos. Es cierto que hay algo de trágico tanto en la vida como en la historia : la existencia hiere, todo se degrada, los seres y las civilizaciones mueren. Y hoy hay una disaparición del cuerpo y del mundo sensorial con el triunfo del ceberespacio. Pero esto no es toda la realidad. No estamos absolutamente condenados a lo virtual y la competición hiperbólica. El poéma del mundo existe, la belleza convulsive existe, los momentos de gracia, de exhuberancia onirica existen, la pintura de Zaïra nos ayda a no olvidarlo.
Sea cuál fuere la miseria de los días, nos queda felicidad primordial que es la de vagabundear lejos de un presente que hiere, de sentir y de soñar, de jugar con el mundo de las imágenes. No seremos nunca ni del todo adultos ni del todo hipermodernos.

Gilles Liepovetsky, philosophe et sociologue, Paris

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